BOSQUE VIVO

-proyecto concreto vegetal, jardines de artista- EUNIC

Concepto :
>Maria Laura Méndez Martén
>Lucas Dumon

Proyecto francés liderado por : Alianza Francesa Costa Rica
En colaboración con :
Municipalidad de San José, Cedes Don Bosco -Prolab y The recycle studio

Concreto Vegetal, jardines de artista es un proyecto lanzado por la cooperación europea EUNIC sobre la remodelación de tres parques en el centro de San José. El objetivo era crear una alianza entre artistas europeos y comisarios costarricenses para desarrollar conceptos de vegetación consciente en la ciudad.

El proyecto fue liderado por las embajadas de cada país, así como por las entidades culturales correspondientes.

TESTIGOS DEL BOSQUE

Asomados tímidamente, como si afloraran entre las plantas del Parque Tiradentes, los Testigos del bosque –pero realmente de cualquier ecosistema– permanecen aparentemente silenciosos. Y aunque eso pueda resultar obvio al verse inanimados, estas siluetas abstractas que representan especies animales amenazadas y en riesgo de extinción, gritan con tenues resplandores durante la noche. Su voluntad comunicativa es manifestar su propia existencia amenazada por la acción humana en el planeta. Una existencia presente en imaginarios comerciales y narrativas políticas, pero al margen de acciones reales.

El espacio público es el espacio para esta manifestación, y en este caso para dar testimonio de lo que sucede más allá de las manchas de vegetación dispersas en el espacio público, y más allá de los límites de la ciudad: en los bosques y mares. Ante esto, la propuesta incorpora una mayor diversidad de flora nativa, siendo así el primer parque con esta condición en San José, sembrando con ello un mayor potencial de conectividad biológica, y sirviendo de antena entre otros puntos donde habita fauna urbana. Pese a esto, el reto se mantiene, y está en que estos testigos no se conviertan en monumentos. En memorias de lo que una vez convivió con nosotros en este planeta, pero que ni siquiera supimos de su existencia, de su extinción, ni de su aporte para sostener la trama de la vida.

Alejandro ALcazar - curador-

PROCESO DE DISEÑO

El proceso de diseño se inspiró en el nombre del parque, "Tiradentes", una figura de la resiliencia brasileña. Nos preguntamos cómo ser resilientes en la ciudad y cómo podemos crear una conexión entre la ciudad y los tan cercanos bosques costarricenses.

Para ser resiliente, hay que atacar desde varios ángulos. Así es como decidimos crear Bosque vivo: una antena biológica entre los distintos puntos verdes de la ciudad, repleta de especies vegetales autóctonas. No es sólo un punto que conecta corredores biológicos, sino también un punto de descanso y reflexión para los que pasan por la ciudad.

Entre las plantas se esconden 200 animales hechos de plástico reciclado. Estas siluetas representan especies animales amenazadas y en peligro de extinción y gritan con tenues resplandores por la noche. Su propósito es invitarnos a reflexionar sobre lo cerca que está la naturaleza de la ciudad (aunque no la veamos) y lo importante que es para nosotros estar cerca de ella.

Todos los materiales y la fabricación son 100% costarricenses. Las plantas son nativas y representan una mezcla de frutos, sombra y flor importantes para varias de las especies silvestres/urbanas.

MEMORIAL (TEXTO DEL CURADOR )

La especie humana se presenta como una forma de vida que parece organizar tanto la extinción de otras especies, como la propia. El sistema social, económico, político y ecológico que ha adoptado por siglos, y que parte de la humanidad insiste en mantener, es el que reproduce una serie de injusticias y distribuye desigualmente el impacto de este sistema en el ambiente. Tal es la gravedad de la situación que se puede decir que es más fácil imaginar el fin del mundo antes que pensar otros mundos posibles. Afirmación que cobra sentido ahora que, por primera vez en la historia, la especie humana en su conjunto puede ser considerada una fuerza geológica, ya que tiene la capacidad de alterar de manera significativa y duradera las condiciones del planeta.

A pesar de la ambición moderna de nombrar, ordenar, clasificar, y además controlar y dominar todo aquello que le rodea en el mundo natural, se calcula que apenas se conocen 1,3 millones de especies de toda la biodiversidad del planeta, que se cree que podría ser de hasta 8,7 millones de especies. Eso significa que, en medio de la sexta extinción masiva, provocada en gran medida por la acción humana en esta época llamada Antropoceno, muy posiblemente haya animales, plantas, hongos... y en general formas de vida, que desaparecerán antes de tan siquiera saber que existían.

La ciudad, en su afán de marcar una separación con lo que considera no humano o naturaleza, ha servido como dispositivo para invisibilizar y reducir sistemáticamente esa biodiversidad de múltiples ecosistemas. Pero al mismo tiempo ha resguardado, para el goce estético, porciones de naturaleza “artificializada”, comúnmente seleccionada y ordenada –es decir, diseñada– en forma de parques, plazas y jardines, quedando el bosque al margen: en los límites de la ciudad. La urbanización, creciente a escala planetaria, es uno de los procesos humanos que somete a grandes presiones esos límites, destruyendo progresivamente el hábitat y los ecosistemas de miles de especies, y el bosque tropical es uno de esos donde se presenta la más acelerada pérdida de biodiversidad.

El espacio público, que no es otra cosa que la ciudad misma, es de lo más escaso en San José, e imaginar tan siquiera un bosque en medio de la ciudad resulta difícil, y más aún uno en donde la vida pública conviva con la biodiversidad que posee el bosque tropical en Costa Rica. Por ello, los Testigos del bosque, figuras que ahora habitan el Parque Tiradentes, se asoman en medio de plantas nativas que aportan biodiversidad y potencian la conectividad biológica. Estos testigos, que además son especies todas ellas amenazadas por la acción humana en el planeta, son también testimonio de lo presente en los bosques que está ausente en la ciudad, pero son sobre todo manifestantes, y ojalá no memorias, de los tiempos de crisis que se viven, pero que podrían cambiar.

Alejandro ALcazar - curador-